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Don Jose Ruiz Don Miguel Ruiz Biografía y Hechos

José Solís Ruiz (Cabra, 27 de septiembre de 1913-Madrid, 30 de mayo de 1990) fue un político español, conocido por su papel durante la dictadura de Francisco Franco, en la cual llegó a ocupar importantes puestos tanto en el seno de la administración como en el partido único del régimen. Miembro del Cuerpo Jurídico Militar,[1]​ durante el régimen franquista llegó a ser gobernador civil de varias provincias, delegado nacional de Sindicatos y Ministro-secretario general del Movimiento. En calidad de tal, tuvo un papel destacado en las políticas del régimen durante la etapa desarrollista. Entre las medidas adoptadas estuvo la promulgación de la Ley de Principios del Movimiento Nacional, una de las Leyes fundamentales del Régimen. Persona jovial y de palabra fácil, pronto se convirtió en una de las figuras más populares de la dictadura. Se le conoció coloquialmente como «la sonrisa del régimen».[2]​ Biografía Juventud y formación Nació el 27 de septiembre de 1913 en la localidad cordobesa de Cabra, en el seno de una familia de pequeños propietarios del agro andaluz.[3]​ Era hijo de Felipe Solís Villechenous —alcalde de Cabra durante la dictadura de Primo de Rivera— y de Eduarda Ruiz Luna.[4]​ Realizó estudios de derecho en las universidades de Deusto y Valladolid.[5]​ «Camisa vieja» de Falange,[a]​ llegó a tomar parte en la Guerra Civil en apoyo del Bando sublevado.[5]​ Durante el conflicto alcanzaría el grado de alférez provisional. Al terminar la contienda ingresó por oposición en la Secretaría Técnica Sindical, donde ocupó la plaza de secretario de la sección sindical central del Sindicato Nacional del Metal.[7]​ Formó parte del Cuerpo Jurídico Militar,[1]​ al cual ingresó mediante oposición. En calidad de tal en 1941 actuó como fiscal en el juicio contra un grupo de anarquistas miembros del maquis, a los que Solís acusó de sabotaje y de querer restaurar la República; finalmente serían condenados a muerte y ejecutados.[8]​ En 1944 se incorporó como secretario a la Vicesecretaría general de Ordenación Social,[7]​ organismo de Falange encargado de las cuestiones sindicales, entre otras. A pesar de que técnicamente era un falangista «camisa vieja», Solís hizo buena parte de su carrera profesional como oficial jurídico del Ejército y como burócrata de la administración sindical, por lo que tuvo poco contacto con el movimiento falangista original.[9]​ Rol en los Sindicatos En 1946 fue designado procurador de las Cortes franquistas,[10]​ posición que mantuvo durante casi todo el periodo de la dictadura, hasta diciembre de 1975.[11]​ Durante ese año, 1946, desde su cargo en la Vicesecretaría general de Ordenación Social organizó las primeras elecciones sindicales y también el primer Congreso Nacional de Trabajadores.[12]​ Más adelante ejerció como gobernador civil de las provincias de Pontevedra y Guipúzcoa.[13]​ En 1951 fue nombrado delegado nacional de Sindicatos, en sustitución de Fermín Sanz-Orrio, que había sido cesado tras la Huelga de tranvías de Barcelona de ese mismo año.[14]​ Persona jovial, de talante amable y palabra fácil, Solís pronto se convirtió en uno de los jerarcas más populares del régimen —llegaría a ser conocido como la «sonrisa del régimen»—.[15]​ Durante los siguientes años mantuvo una gran presencia pública y en la vida política española. En este sentido, hay que tener en cuenta que su etapa como delegado nacional de Sindicatos coincidió también con la bonanza económica española de la década de 1960. Los Sindicatos verticales alcanzaron su máxima proyección durante la etapa de Solís,[16]​ contribuyendo este a expandirlos y modernizarlos. La Obra sindical «Educación y Descanso» (EyD) se convirtió en uno de los instrumentos más populares de los Sindicatos entre la clase trabajadora, debido a su red de instalaciones recreativas o a sus actividades culturales.[b]​ Ante el ascenso de los «tecnócratas» en el seno del gobierno y la administración, los falangistas se «atrincheraron» en la Organización Sindical, promoviendo una especie de «apertura»[c]​ de la organización hacia los trabajadores que la convirtiera en un grupo de presión en el seno del franquismo. Por ejemplo, desde 1954 dejó de ser necesario el poseer un carnet de FET y de las JONS para poder participar en las elecciones sindicales,[19]​ e incluso desde el aparato franquista hubo un intento de atraer hacia su seno a antiguos líderes anarcosindicalistas.[20]​ Mediante esta apertura Solís también buscaba obtener la aprobación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Este proceso culminó con las elecciones sindicales de «enlaces» y de «vocales jurados» de 1966, que gozaron de una relativa libertad. Pero estos comicios no reforzaron las posiciones falangistas, sino todo lo contrario, ya que sirvieron para que la oposición de izquierda copara muchos de los puestos elegidos por medio del movimiento clandestino de «Comisiones Obreras».[21]​ Para 1967-1968 el experimento aperturista se podía dar por terminado, y de hecho Solís no tuvo inconvenientes en apoyar la represión de las comisiones obreras durante el período de estado de excepción decretado en 1968.[22]​ Ministro-secretario general del Movimiento En febrero de 1957[23]​ fue nombrado ministro secretario general del Movimiento, cargo que compatibilizaría con el de delegado nacional de sindicatos durante más de una década. Conocido por ser el miembro menos dogmático del sector falangista, Solís acometió la tarea de modernizar el Movimiento.[24]​ En el seno del partido contó con la estrecha colaboración de Fernando Herrero Tejedor, que fue vicesecretario general del Movimiento durante la década de 1960.[25]​ Su nombramiento como jefe de FET y de las JONS se produjo poco después de la llamada «crisis de febrero de 1956». Solís se encontró con un partido anquilosado en el pasado, víctima de la separación que existía entre la generación que hizo la Guerra civil y las generaciones más jóvenes. En poco tiempo sacó adelante el proyecto de Ley de Principios del Movimiento Nacional, que buscaba dotar de una base legal al partido único del régimen y que acabaría siendo aprobado en 1958. Sin embargo, algunos historiadores han considerado que esta ley en realidad supuso el principio del fin para FET y las JONS como partido, diluyendo a la Falange dentro del Movimiento.[26]​ Solís trató de articular un proyecto falangista de régimen alternativo al de los tecnócratas del Opus Dei.[27]​ Dicho proyecto, que ya había aplicado parcialmente en los Sindicatos Verticales mediante una cierta apertura interna, se complementaba con la creación de «asociaciones» dentro del Movimiento, para dotar al régimen franquista de un cierto nivel de «participación» popular en el llamado contraste de pareceres. Para octubre de 1958 Solís ya había creado la Delegación Nacional de Asociaciones con la misión de «ensanchar las bases de adhesión al Movimiento a grupos colectivos», y a cuyo frente había nombrado a Manuel Fraga Iribarne.[28]​ Para el ministro-secretario.... Descubre los libros populares de Don Jose Ruiz Don Miguel Ruiz. 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