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Jacinto Benavente Biografía y Hechos

Jacinto Benavente (Madrid, 12 de agosto de 1866-Madrid, 14 de julio de 1954) fue un dramaturgo, director, guionista y productor de cine español. Prolífico autor teatral, en 1922 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Biografía Primeros años Una placa municipal, en la fachada del número 27 de la calle del León, en Madrid, recuerda que en el piso principal del inmueble nació Jacinto Benavente el 12 de agosto de 1866. Fue el tercer hijo de Venancia Martínez y Mariano Benavente, médico pediatra, profesión que seguiría el primogénito, Avelino.[1]​[2]​ Bautizado en la cercana parroquia de San Sebastián, se educó en el Colegio de San José de la calle Barrionuevo.[3]​ Concluido el bachillerato, tras pasar el convencional y obligatorio examen por libre en el Instituto de San Isidro (centro oficial al que estaba asignado su colegio),[1]​ Benavente emprendió los estudios de Derecho en el caserón de San Bernardo, sede de la primitiva universidad madrileña. El propio escritor lo refleja así en su diario de 1885: «DIA 13. Universidad. Clases de Civil y Penal. Fornos. Lectura de periódicos. Paseo. Noche. Escritura».[1]​ Con la muerte de su padre en 1885 y gracias al desahogo económico que le brindó la herencia, abandonó los estudios de Derecho para dedicarse a la literatura y viajar por Francia y Rusia. Durante un tiempo fue empresario de circo y algunos biógrafos, como Fernando Lázaro Carreter y Ángel Lázaro, sugieren que trabajó inclusive en él, porque estaba enamorado de una trapecista inglesa, la «Bella Geraldine»,[4]​[5]​ lo que él siempre negó. Se ha dicho que Benavente, que nunca se casó, era homosexual, si bien nunca se declaró como tal,[6]​ y sus obras fueron censuradas durante un periodo tras la Guerra Civil por este motivo y por haber sido cofundador en 1933 de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética.[7]​[8]​[9]​ Comienzos y auge En 1892 publicó su primera obra, Teatro fantástico, a la que sigue un libro de poemas, Versos, otro de cuentos, Vilanos, y uno de crítica, Cartas de mujeres, todos aparecidos al año siguiente. La amistad del actor y empresario teatral Emilio Mario le abrió los teatros. El primer estreno data de 1894: El nido ajeno, que no tuvo éxito. Fernando Lázaro Carreter señala al respecto que «la obra fracasó porque el público y la crítica fueron ciegos para comprender sus importantes novedades», y agrega que Azorín fue el único que supo valorar las primeras obras del dramaturgo.[4]​ Este, por su parte, reconoció: «Mal acogida por el público y mucho peor por la crítica».[10]​ A lo largo de su vida escribirá más de ciento setenta piezas. En Gente conocida (1896) atacaba a las altas clases de la sociedad de la Restauración, pero esta crítica se va diluyendo por una amable reprobación en sus obras siguientes, como La comida de las fieras (1898). En 1899, fundó en Madrid el Teatro Artístico, en el que colaboró Valle Inclán y cuyo objetivo era representar un repertorio guiado por los intereses exclusivos del arte y por su intencionalidad regeneracionista en toda la amplitud del término. Su referencia más inmediata fue, como en otros casos, el Teatro Libre, creado años antes por André Antoine en París. Entre sus propósitos, aluden a la escenificación de obras minoritarias y es perceptible un cierto elitismo endogámico en sus propuestas. A los treinta y dos años ya era un autor conocido y, tras pelearse con Valle-Inclán en la tertulia del Café de Madrid, formó la suya aparte en la Cervecería Inglesa de la Carrera de San Jerónimo. El éxito le llega con el nuevo siglo: La noche del sábado (1903), Rosas de otoño (1905) y Los intereses creados (1907), considerada su obra maestra. Carreter escribe que «el público lo saca del teatro materialmente en hombros, algunas noches de estreno» y obtiene «la aquiescencia de críticos tan difíciles como Unamuno y Ortega y Gasset».[4]​ Ingresó en la Real Academia Española en 1912; a fines de 1913 concluye su mayor éxito, el drama rural La malquerida. Durante la Primera Guerra Mundial se declaró germanófilo, y eso le atrajo ciertas animadversiones, por ejemplo la de Ramón Pérez de Ayala desde las páginas de El Imparcial; y ocupó en 1918 un escaño en el Congreso de los Diputados por el Partido Conservador. Después de la muerte de su madre, en 1922, se fue a Argentina como director artístico de una compañía de teatro y fue precisamente durante su viaje cuando se enteró de la concesión del Premio Nobel de Literatura. De regreso en España desde La Habana en julio de 1923, recibió numerosos homenajes (entre ellos, hijo predilecto de Madrid, 1924) y después viaja a Egipto, la Tierra Santa, Oriente Medio y Rusia, donde pasó varios meses. Fue cofundador, el 11 de febrero de 1933, de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, creada en unos tiempos en que la derecha sostenía un tono condenatorio con relación a los relatos sobre las conquistas y los problemas del socialismo en la URSS. Guerra civil y últimos años Durante la Guerra Civil, Benavente permaneció primero en Madrid y luego en Valencia,[11]​ donde las autoridades del Gobierno del Frente Popular le homenajearon repetidamente y donde llegó incluso a actuar en escena interpretando el papel de Crispín en Los intereses creados.[12]​ Una vez terminado el conflicto, ello le creó serias dificultades, aunque él alegase repetidamente que sus tomas de posición le habían sido impuestas bajo amenaza de muerte. Su actitud contradictoria le llevó a publicar en Valencia un artículo titulado Traidorzuelos en el que criticaba con ironía la huida de Carlos Arniches de España en 1936; sin embargo, pocos meses después pidió permiso a Juan Negrín para salir del país, que el entonces presidente del Gobierno le denegó por razones de preservación de la moral de la población.[13]​ Por su actitud cercana a la República, durante el franquismo de posguerra se llegó al curioso extremo de permitir la puesta en escena de sus obras, pero sin indicar su nombre, que pasaba a ser «por el autor de La malquerida». Sin embargo, no ahorró demostraciones de adhesión al nuevo régimen en piezas como Lo increíble (1940), Aves y Pájaros (1941) y Abuelo y nieto (1941); es más, en Valencia subió a la tribuna presidencial para asistir al desfile de las tropas «nacionales»[14]​ y su presencia en la plaza de Oriente de Madrid en la gran manifestación profranquista de 1946 —presencia abundantemente comentada y fotografiada en la prensa— le congració el aprecio del régimen y terminó con el silencio oficial que la censura había impuesto sobre su persona y sus obras. En ese mismo año, además, recibió el Premio Mariano de Cavia de periodismo por su artículo «Al dictado», publicado en ABC. Fue presidente, a título honorario, de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles durante el periodo de 1948 a 1954. Amigo de Mary Carrillo, fue padrino de Las hermanas Hurtado. Vivió sus últimos años con esta familia en Galapagar, y reposa en el cementerio de esta localidad española. Falleció en su casa de la cal.... 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