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Leandro Fernandez De Moratin Biografía y Hechos

Leandro Eulogio Melitón Fernández de Moratín y Cabo (Madrid, 10 de marzo de 1760-París, 21 de junio de 1828) fue un dramaturgo y poeta español, el más relevante comediógrafo neoclásico del siglo XVIII español. Biografía Nació en Madrid el 10 de marzo de 1760, de noble familia asturiana por parte de padre,[1]​ el también poeta, dramaturgo y abogado Nicolás Fernández de Moratín. Su madre fue Isidora Cabo Conde, con raíces en Pastrana (Guadalajara). Se crio en un ambiente donde eran frecuentes las discusiones literarias, pues su padre Nicolás fue un hombre dedicado a las letras y fundador y asiduo tertuliano de la Fonda de San Sebastián. A los cuatro años, enfermó de viruela, lo que afectó su carácter, volviéndolo tímido; además se volvió un lector compulsivo de poesía clásica española, del Quijote, el Lazarillo y de obras históricas como la del padre Juan de Mariana y las Guerras de Granada de Diego Hurtado de Mendoza.[2]​ Siguió al principio la profesión de joyero del abuelo paterno. A los 19 años, en 1779, ya había conseguido un accésit de poesía del concurso público convocado por la Real Academia Española con el romance heroico La toma de la Granada por los Reyes Católicos. Enamorado desde niño de una apuesta vecina, Sabina Conti y Bernascone, cuando el poeta contaba veinte y ella apenas quince esta se casó sin embargo con su tío, que le doblaba en edad; el poeta quedó sumido desde entonces en la melancolía y abrigará una antipatía ante los matrimonios desiguales que expresará en su futura creación dramática. Para más desgracia, su padre fallece en 1780, lo asaltan las estrecheces económicas y Moratín debe cuidar de su madre. En 1782 ganó esta vez el segundo premio de la Real Academia con su Lección poética. Sátira contra los vicios introducidos en la poesía española, una especie de manifiesto del neoclasicismo en poesía lírica. En 1787, y gracias a la amistad de Jovellanos, emprendió un viaje a París en calidad de secretario del conde de Cabarrús, entonces encargado de una misión diplomática que pretendía aconsejar a Luis XVI medidas antirrevolucionarias. La experiencia fue muy provechosa para el joven escritor; por ejemplo, conoció al dramaturgo neoclásico Carlo Goldoni. Vuelto a Madrid, funda una academia literaria burlesca, la de los "Acalófilos o amantes de lo feo", que se reunía en casa de su erudito amigo Juan Tineo Ramírez (1767-1829), jurista y sobrino de Jovellanos, y que incluía además al gran políglota y arabista José Antonio Conde, un amigo que en el futuro se casará con su prima Mariquita. Era este grupo fundamentalmente una tertulia de amigos que se consagraba a leer y criticar obras teatrales. La caída de Cabarrús no le afecta; incluso se sospecha que escribe en su defensa la Carta sobre el comercio de nabos de Fuencarral. Muy horaciano, obtiene su primer gran éxito con la publicación de la sátira La derrota de los pedantes y se enemista con el erudito Cristóbal Cladera, quien al parecer inspira el personaje de don Hermógenes de su pieza La comedia nueva o El café, en la que critica el teatro popular y en especial a su dramaturgo más representativo, Luciano Francisco Comella, bajo otro nombre. Lee al conde de Floridablanca una imitación del violinista de la capilla real y tonadillero Marcolini, al que era muy aficionado, donde le insinúa que desea ser abate: Solo quiere ser abate. / ¡Qué pedir tan moderado / el suyo, si por ventura / el ser abate es ser algo! Le cae en gracia a Floridablanca y le concede entonces la merced de un beneficio de trescientos ducados sobre el arzobispado de Burgos; Moratín es ordenado de primera tonsura por el obispo de Tagaste, requisito indispensable para poder disfrutar del beneficio. A poco de llegar Godoy al poder logró la protección del favorito, que le ayudó a estrenar sus comedias y aumentó sus ingresos con otras sinecuras eclesiásticas: tres mil ducados en una feligresía en Montoro y seiscientos sobre la mitra de Oviedo. Con estas rentas logra un discreto pasar que le permite consagrarse solo a escribir teatro. Retirado en Pastrana, cuna de su madre, retocó La mojigata y El barón y escribió La comedia nueva o El café, una gran crítica de los géneros del teatro popular y sus autores. Una vez estrenada esta última, viajó con una beca o bolsa de viaje suministrada por Godoy durante cinco años por Europa: Francia de nuevo, Inglaterra, Bélgica, Alemania, Suiza e Italia, regresando a Madrid en 1797 para ocupar el cargo de secretario de interpretación de Lenguas, que había quedado vacante por el fallecimiento de uno de los hermanos Samaniego. Esto le permitió vivir sin apuros económicos, aunque él habría deseado, por el contrario, el puesto de director de los teatros que le hubiera permitido hacer una gran reforma de principios neoclásicos. Desde Francia tuvo que ir a Inglaterra a causa de la Revolución Francesa: había quedado asustado por el asalto a las Tullerías del 10 de agosto de 1792 y la formación de la Comuna de París. De esa época son sus amenas Apuntaciones sueltas de Inglaterra (1792), diario de viaje lleno de interesantes notas costumbristas. Aprovecha para estudiar el teatro de Shakespeare, aunque como no domina bien el inglés se apoya en las refundiciones de Jean-François Ducis, y traduce Hamlet (impreso en 1798). Pasó luego a Bélgica y a Alemania, donde perdió sus escritos y temió ser robado y asesinado, a Suiza y a Italia, de la que dejó también un extenso diario (Viaje a Italia, 1793) y donde se encontró con tantos amigos y admiradores (muchos de ellos jesuitas expulsados de España en 1767) que le hicieron miembro de la Academia de la Arcadia de Roma, con el sobrenombre de Inarco Celenio. Se embarcó en Niza para volver a España, en el buque La venganza, pero las tormentas y los compañeros lo marearon tanto que el viaje fue un infierno. Aunque marchaban a Cartagena, tuvieron que desviarse a Algeciras. En Madrid, estrenando su nuevo cargo, amista con Francisco de Goya (Moratín había estudiado dibujo de joven), y con Francisca Muñoz, "Paquita". Son sus años más felices. Frecuenta la tertulia del crítico literario y helenista Pedro Estala (quien lo llama "el Molière de España" en 1794)[3]​ y consolida su amistad con el abate y humanista Juan Antonio Melón (1758-1843), poderoso censor de libros, quien habla de él en sus memorias, que llevan el título de Desordenadas y mal digeridas apuntaciones. Tiene ya escritas sus piezas El barón y La mojigata, que conseguirá estrenar, aunque no sin la oposición de quienes ven en él un afrancesado que se ha beneficiado grandemente del odiado valido Manuel de Godoy. Al fin, como desea, es nombrado miembro de la Junta de Dirección y Reforma de los Teatros (1799), pero sus disensiones con el director de este organismo le hacen abandonar el cargo desilusionado a los tres meses. En ese mismo año su amigo aragonés Francisco de Goya le pinta el primero de los dos retratos que le dedicó, a lo que el poeta correspondió con una agradecida silva; menos conocido es que por la .... 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