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Vic Blazquez Biografía y Hechos

Guadamur es un municipio y localidad española de la provincia de Toledo, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. El término municipal tiene una población de 1802 habitantes (INE 2023). Toponimia El término «Guadamur» (قدمر), según algunos estudiosos, significa en árabe el río de las olas; sin embargo, otros piensan que se derivaría de wadi al-mur río del muro,[2]​ como referencia a alguna construcción romana o visigótica de uso hidráulico. De este modo, la raíz resulta un híbrido del árabe wadi río, valle, vaguada, y del latín murus muro, a la manera de otros híbridos como Guadalcanal (Sevilla). Uadi (el-uadi, الوادي, uad واد) es un vocablo de origen árabe utilizado para denominar los cauces secos, o estacionales, de los ríos. Geografía El municipio se encuentra situado «en una cañada»[3]​ en la comarca de los Montes de Toledo y linda con los términos municipales de Toledo al norte, Argés al este, Casasbuenas al sur y Polán al sur y oeste, todos de Toledo. La dehesa de Daramezas, jurisdicción de Guadamur separada del resto del término municipal y embutida en el de Toledo, tiene por límite norte el río Tajo. El punto más alto del término se encuentra en La Condesa, con 687 m. Historia Orígenes Los restos arqueológicos anteriores a nuestra era son escasísimos, apenas algunos hallazgos líticos (un raspador neolítico, un hacha de filita metamórfica) de difícil datación. Guadamur se encuentra demasiado alejado de los asentamientos del Paleolítico más cercanos (en la actual provincia de Madrid). Los pobladores de la zona anteriores a la llegada de los romanos reciben del geógrafo Estrabón la denominación de carpetanos, y en la Carpetania integraban, junto a otros pueblos, el ámbito social y cultural celtibérico. Cerca de Guadamur hay topónimos de origen céltico como Alpuébrega, la Brega o Castrejón. Los hallazgos arqueológicos, aunque escasos, demuestran la presencia romana en la localidad y sus alrededores: monedas, un camafeo, una estela de piedra caliza y un freno de caballo[4]​ datado en el siglo II; a ello hay que sumar piezas reutilizadas por los visigodos, como restos de columnas, placas de mármol de Carrara y estatuas. No hubo en Guadamur un asentamiento romano concreto, pero parece segura la existencia de una calzada romana de segundo orden y probable la existencia de una villa en la zona del camino viejo a Toledo. El topónimo local «Portusa» (diminutivo latino castellanizado), de un vado del Tajo a 8 km al noroeste de Guadamur, señala a la zona como un lugar de paso. Edad Media La época visigótica (414-711) deja en Guadamur el capítulo más interesante de su historia. El 25 de agosto de 1858, las fuertes tormentas que descargaron sobre Guadamur dejaron al descubierto en el paraje de las huertas de Guarrazar una serie de tumbas. Los vecinos Francisco Morales y María Pérez descubrieron de este azaroso modo el Tesoro de Guarrazar, el más importante de los hallados en la Península relativos al pueblo visigodo. Estos hallazgos, los de otros vecinos y los de la excavación arqueológica del Ministerio de Fomento y la Real Academia de la Historia (abril de 1859), formaron un conjunto que constaba de: seis coronas, cinco cruces, un colgante y restos de láminas y cadenas (casi todo de oro, hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid); una corona y una cruz de oro más una gema grabada con la Anunciación (hoy en el Palacio Real de Madrid); tres coronas, dos cruces, eslabones y colgantes de oro (hoy en el Museo Nacional de la Edad Media, París); una corona, fragmentos de otra y una macolla con una bola de cristal de roca (piezas robadas del Palacio Real de Madrid en 1921 y todavía en paradero desconocido). La pieza más valiosa del conjunto es la corona de Recesvinto, rey que hoy da nombre a la plaza principal de la villa, se trata de una corona votiva y en su realización se empleó oro, granates, zafiros y perlas, es la de mayor belleza de todo el hallazgo, sus piezas de zafiro azul proceden de la antigua Ceilán, actual Sri Lanka. Aparecieron también numerosos fragmentos escultóricos y los restos de un edificio, tal vez un delubrum romano (santuario o lugar de purificación) que en los siglos siguientes se dedicó al culto cristiano como oratorio o basílica, y que albergaba una serie de tumbas: en la más importante yacía un esqueleto sobre un lecho de cal y arena, y se conservaba la lápida de pizarra, cuya inscripción latina,[6]​ del presbítero Crispín, data del año 693 (51 del reinado de Égica, año del XVI Concilio de Toledo). Esta lápida se halla hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Según algunas hipótesis, Guarrazar no sería sino un monasterio que sirvió de escondite a una parte del tesoro real de la corte, iglesias y monasterios toledanos, para evitar su captura por los musulmanes: el monasterio de Sancta Maria in Sorbaces, según la inscripción de la cruz de Sónnica, una de las piezas del tesoro de Guarrazar conservadas en París. Copias del Tesoro se pueden contemplar hoy en la ermita de Nuestra Señora de la Natividad de Guadamur y en el Museo de Arte Visigótico de la iglesia de San Román, en la ciudad de Toledo. En 2013 la hipótesis ha sido confirmada con el descubrimiento efectivo del monasterio visigodo en un olivar cercano.[7]​ El lugar se ha excavado convirtiéndose en un yacimiento arqueológico visitable.[8]​ Además de su propio nombre, Guadamur tiene en las cercanías más restos árabes en forma de topónimo: Daramazán, casa fortificada; Daramezas, casa de la mesa o meseta; Guajaraz, río de los espinos; Guarrazar, valle del plomo; Zuarraz, canalejo; Aguanel, agua del pozo; Aceituno, el olivar. La capitulación de Toledo en 1085 hizo que almohades y almorávides intentaran desbancar a los cristianos de tan estratégica posición. La comarca, en los cien años siguientes, quedó desolada por ataques y contraataques de ambos bandos. Iniciada la repoblación en tiempos de Alfonso VII, Guadamur figura como aldea del concejo de Toledo, a quien paga los tributos y de cuya jurisdicción depende. La documentación de la que se dispone prueba que es tradicional la existencia de propiedad privada de ciudadanos de Toledo en torno a Guadamur, y que ello puede remontarse al reino taifa, por la toponimia árabe de las fincas. Desde fines del siglo XII estas propiedades van pasando a manos del clero, sobre todo el regular. Durante el siglo XIII, el siglo XIV y el siglo XV se produce en estas tierras una progresivo paso hacia el régimen señorial, y se comienza a sentir el oprobio del vasallaje en un contexto de descomposición monárquica, fortalecimiento de las banderías nobiliarias, resistencia campesina, conflictos religiosos, pestilencias y crisis de subsistencia. Guadamur entra en la historia bajo-medieval de la mano de don Pedro López de Ayala, hijo del canciller real y alcalde mayor de Toledo, cuyo control su familia disputaba a los Silva. Intervino en la guerra que enfrentó a Juan II y su valido don Álvaro con los infantes de Aragón, don Enrique y don Juan, y.... 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